The last Kingdom el antídoto navideño

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La serie de la BBC nos introduce en la ficción basada en novelas históricas ha sido el antídoto televisivo de estos días. Con una narración ágil y sin utilizar excesos en ninguno de sus aspectos más carnales (sexo y muerte) consigue llevarte por un argumento mañido pero a la vez notable. Chico con infancia atormentada logra sobreponerse con el paso del tiempo, pero sin olvidar que su carácter se ha podido corromper, o quizás mejor adaptarse a las circunstancias.
Es obvio que todo comentario sobre estos diez capítulos de la serie hagan referencias a “Vikingos” pero no seré yo quien realice un acto heroico y banal de valorar los pros y contras entre ambas producciones porque a pesar de situarse en un contexto similar cada una tiene sus propios vericuetos.
The Last kingdom va a transcurrir rápidamente sin darte cuenta -y se agradece- no profundiza en zonas de éxito casi seguro -lo druida, magos, hechiceros de la época- sino que nos presentan el carácter indomable y a la vez cohesionado de nuestro caballero como uno de los valores de la serie. Sin duda hay que destacar por méritos propios la ambientación (desdeñando el vestuario) porque es sin duda uno de los valores de la serie. El tratamiento de las batallas que se dan merecen un notable alto porque se hacen creíbles sin ser sanguinarias. Es quizás el momento para que algunas otras series históricas (Carlos en TVE) entiendan que las batallas son batallas y que para presentarlas en una serie o se hacen correctamente o mejor no plantearlas porque todavía quedan en la retina la flaqueza de las luchas coreografiadas en la televisión pública (de grima) y que quizás le hagan entender a los directores de series en nuestro país el valor histórico de las batallas.
The last Kingdom sin duda ha sido el antídoto perfecto para estos días de fiestas en las que la programación televisiva y de ocio en nuestro país por no merecer no merecen ni que se escriba un párrafo.
Todo parece indicar que habrá una segunda temporada tras la buena acogida de los primeros diez capítulos.
Roberto Jiménez