Estudios arqueológicos revelan que la mezquita rural de Antequera se construyó en el siglo IX d.c.

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Hace diez años el Ayuntamiento de Antequera y la Junta de Andalucía daban a conocer a la comunidad científica internacional , de la mano de su descubridor, Carlos Gozalbes Cravioto, el hallazgo arqueológico más importante de época medieval en la Península Ibérica de los últimos años: una mezquita rural inédita en la Vega de Antequera. Los especialistas en Arqueología Medieval no dudaron en calificarla como la mezquita rural más importante de España.
El libro «El Cortijo Las Mezquitas, una mezquita medieval en la Vega de Antequera», de Carlos Gozalbes Cravioto, se presentó en la ciudad de El Torcal en febrero de 2006, financiado por el Ayuntamiento de Antequera y la Junta de Andalucía. Esta publicación constituyó una novedosa aportación al conocimiento del mundo andalusí, a pesar de presentar más interrogantes que respuestas. Las últimas investigaciones llevadas a cabo por un equipo de arquitectos, arqueólogos y restauradores, bajo la dirección de Pedro Gurriarán Daza (Yamur Arquitectura y Arqueología S.L.) y de María Ángeles Utrero Agudo (arqueóloga del CSIC), vienen a despejar algunas de las incógnitas sobre el origen de esta construcción, su cronología, las fases constructivas y los usos complementarios. Precisamente, sobre estos aspectos versará la conferencia que se impartirá en el Museo de la Ciudad de Antequera el viernes 27 de noviembre, a las 20.30 h, con el título de «La Mezquita rural de Antequera. Arqueología de la Arquitectura. Primeras conclusiones», en la que intervendrán estos dos investigadores.
La bibliografía sobre las mezquitas rurales en Al-Andalus es muy escasa, puesto que solían ser edificios poco monumentales, construidos con materiales pobres -fácilmente deteriorables-, lo que ha impedido que perdurasen. Estas mezquitas, ubicadas en el interior de alquerías o alzadas como santuarios para la oración de una población rural dispersa, han desaparecido en su estructura; unas veces, por su nuevo uso como iglesias o ermitas y, otras veces, por su abandono y posiblemente por su destrucción intencionada para eliminar cualquier vestigio del pasado islámico, cuando no era posible “limpiarlo” o “purificarlo” con la superposición de estas nuevas construcciones. Por ello, la conservación de este edificio en un medio totalmente rural es algo excepcional, sin que se conozca la existencia de nada similar en esta zona de Al-Andalus.
La concurrencia de una serie de casualidades provocó que un edificio de tales características permaneciera en el anonimato hasta el 2006, pero los estudios que se están llevando a cabo en la actualidad abren nuevos caminos a la investigación y documentan un nuevo elemento de primera categoría para nuestro patrimonio, tanto por sus características histórico-artísticas como por su buen estado de conservación, embutido y enmascarado en las ruinas de un moderno cortijo.
En diciembre de 2008 este inmueble fue declarado BIC, con la categoría de Monumento, por la Junta de Andalucía. Durante este año se están realizando trabajos de limpieza arqueológica y de consolidación del edificio, financiados por uno de sus propietarios y bajo la supervisión de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Antequera.
Los trabajos de investigación, que se han desarrollado en paralelo a los trabajos de consolidación, adelantan en un siglo la cronología propuesta hasta ahora, estableciéndola en el siglo IX: época emiral. Esto, junto con otros hechos, parece señalar el evidente interés propagandístico del edificio, plasmado tanto en su monumentalidad como en su tipología estructural, de planta cuadrada. El edificio tiene una evidente inspiración califal y las dimensiones también nos hablan de una intervención estatal, más que de una esporádica actuación popular. Su gran extensión nos indica que tuvo que ser un santuario rural de una enorme importancia, puesto que en ningún momento de la Edad Media la población de los alrededores justificaba un templo de estas dimensiones, ni tampoco de esta calidad constructiva. Se trata, sin duda, de una arquitectura hecha desde el poder, para su representación y propaganda.