Privar al cuerpo de alimento causa episodios depresivos y aumenta la ansiedad

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Privar al cuerpo de alimento causa episodios depresivos y aumenta la tristeza, el desanimo, la irritabilidad y los ataques de ira-agresividad, al tiempo que incrementa la ansiedad e incluso hace perder el interés en las relaciones sociales y sexuales.

La restricción de comida afecta a todos los ámbitos de la persona y la hace más vulnerable a sufrir un Trastorno de la Conducta Alimentaria como anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o ingesta compulsiva.

Estas afirmaciones han sido realizadas por Sonia Durán, psicóloga especialista en Trastornos de la Conducta Alimentaria, colegiada del Colegio Oficial de Psicología  de Bizkaia, con motivo de las dietas que muchas personas inician durante los primeros meses del año. En este sentido, la experta ha alertado de que “la obsesión por conseguir el cuerpo perfecto suele ser tan grande que se minusvaloran las consecuencias de seguir una dieta restrictiva inadecuada para el organismo”.

En este sentido, ha explicado que “las dietas suelen fracasar porque no se elige adecuamente el tipo de dieta que necesita cada individuo. El numero de kilos que se necesita bajar para alcanzar un peso saludable, y el modo para conseguirlo, siempre debe estar marcado por un profesional sanitario que cuide nuestra salud en el proceso de adelgazamiento.  Y sobre todo el tiempo en el que el objetivo se va a conseguir, fijar un tiempo demasiado corto suele ser el principal error cuando se planifica una dieta”.

“Normalmente se recurre a dietas de bajada de peso rápido por lo que se hacen cambios muy estrictos en los hábitos alimentarios de la persona, con nula conciencia de los riesgos que eso supone para la salud. Las dietas restrictivas producen una serie de cambios físicos y psicológicos que interfieren en el buen funcionamiento mental y corporal como irritabilidad, cansancio, tristeza, apatía, dolores de cabeza y alteraciones en el sueño. Además, el mantenimiento de dietas restrictivas estrictas en cantidad y variedad de alimentos aumenta el riesgo de sufrir episodios de atracones donde la persona come descontroladamente cantidades superiores a las que necesita. Esto supone  saltarse la dieta con mucha facilidad después de las dos primeras semanas o el primer mes como mucho”, ha subrayado.

Durán ha indicado que “cuando hace falta una dieta de verdad,  los profesionales de la Psicología ayudan a preparar a la persona y llevarla hasta un equilibrio emocional”. Así, ha insistido en que “no se puede hacer un cambio tan importante de hábitos desde la fuerza de voluntad” y ha detallado que “el cambio debe hacerse desde la emoción, un cambio interior profundo. 

“La fuerza de voluntad nos proporciona la capacidad para hacer un esfuerzo a la hora de conseguir algo difícil para nosotros, pero no es ilimitada y termina por fallar, por agotamiento,  después de resistir tentaciones constantemente. Por eso el autocontrol emocional sí puede proporcionarnos unos cambios de hábitos duraderos y a aprender a comer desde una emoción que nos permita manejarnos con éxito con la comida. Por ejemplo, aprender a manejar el aburrimiento incrementando nuestra satisfacción de vida y no comer desde el aburrimiento o aprender a manejar la ansiedad y no comer desde la ansiedad. Con un buen manejo emocional los hábitos saludables se  interiorizan y se hacen rutina y seguirlos no requiere de esfuerzo”, ha detallado.

Por otro lado, se tiende a empezar una dieta sin tener en cuenta el momento emocional presente, por ejemplo en situaciones de estrés, en un momento depresivo o cuando se padece ansiedad.

En esta línea, ha explicado que cuando se empieza una dieta, “normalmente no se tiene en cuenta que la comida satisface de una manera rápida y sencilla muchos de los problemas emocionales que podemos tener durante el día. Si eliminamos esa comida y no lo sustituimos por otros recursos personales se dejará al descubierto un desequilibrio emocional importante.  La fuerza de voluntad no es lo que se necesita para tener éxito en una dieta, como tantas veces hemos oído. Lo que nos asegura éxito en estos cambios de hábitos tan importantes es el equilibrio emocional y una puesta en práctica de recursos personales que nos ayuden a enfrentarnos a las dificultades que el día a día nos presenta”.

 

Expectativas reales de cambio

Por último, ha afirmado que “será también muy útil ayudar a la persona a tener unas expectativas reales sobre el cambio, introduciendo pequeños cambios de manera progresiva hasta llegar a su objetivo final de perder peso. La clave está en ayudar a la persona a conseguir la satisfacción personal a través de una buena autoestima basada en características personales y donde no se sobrevaloren las características corporales”.

“Debe también tenerse en cuenta el caso de las personas que ya están en un peso saludable y a pesar de ello recurren a las dietas para perder peso por razones estéticas. Estas personas para perder peso se someten a dietas muy hipocalóricas y a la práctica excesiva de ejercicio físico. Cuando nos encontramos frente a un caso así el riesgo de desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria es muy alto.  Una mención especial también  merece el riesgo  de las dietas entre las adolescentes porque una dieta restrictiva impide un aporte correcto de nutrientes que puede detener su crecimiento y producir problemas físicos en su organismo”, ha concluido.