‘Cervantes y la libertad de las mujeres’, una nueva investigación que vuelve a convertir al autor en un revolucionario de su tiempo

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La investigación es fruto del análisis que hace J. Francisco Peña del universo femenino que rodeó a Cervantes durante toda su vida y cómo lo traslada a sus obras: ‘Cervantes estuvo rodeado de mujeres con carácter, empezando por su madre, doña Leonor de Cortinas, una madre coraje que lucha por la libertad de sus hijos, presos en Argel. Una madre que educa a sus hijos en igualdad, permitiendo que sus hijas aprendan a leer y a escribir, algo muy excepcional en la época’.

Cervantes se casó, vivió mucho tiempo alejado de su mujer, Catalina, a la que concedió un poder para que pudiera administrar sus bienes en su nombre, pero convivió siempre con sus dos hermanas. Mujeres que no se casaron, que vivieron una relación de libertad con hombres de prestigio y hacienda.

En la misma época que Fray Luis de León escribió ‘La perfecta casada’, el icono de la vejación y la sumisión en la que vivían las mujeres del siglo XVI-XVII, Cervantes alumbraba personajes como Marcela, una mujer que huyendo del matrimonio y de sus pretendientes se hace pastora para vivir en libertad. Lo consigue solo a medias, porque los pretendientes también la siguen al campo. Marcela dice: ‘Yo conozco, con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; mas no alcanzo que, por razón de ser amado, esté obligado lo que es amado por hermoso a amar a quien le ama’.

O como la Gran Sultana, doña Catalina de Oviedo, raptada y obligada a formar parte del harén del Gran Sultán, frente a quien reivindica su derecho a la libertad religiosa y a la que el Gran Sultán muestra respeto y la considera una igual en lo que a libertad de espíritu se refiere: ‘Puedes dar leyes al mundo y guardar la que quisieres, no eres mía, tuya eres, y a tu valor se le debe adoración…’ le dice el sultán.

La Gitanilla es, sin duda, otro de los personajes más simbólicos y revolucionarios de la obra de Cervantes. Es mujer, y gitana; es decir, ‘lo más bajo que se podía ser en ese momento, pero ella, que es una mujer brillante, es ‘vendida’ a un caballero y se enfrenta a su comprador y a sus vendedores y les dice: ‘Estos señores bien pueden entregarte mi cuerpo; pero no mi alma, que es libre y nació libre, y ha de ser libre en tanto que yo quisiere ‘.

Hay otros personajes, como Dorotea, que muestran esta fuerza y este espíritu libertario de las mujeres cervantinas. Y los hay, como Dulcinea, que no son ejemplos de esa libertad, aunque J. Francisco Peña tiene una explicación lógica para ello, ya que ‘Dulcinea no es el canon de mujer de Cervantes, es el canon de mujer de los libros de caballería, del idealismo femenino existente en este tipo de relatos’. Y esa es otra historia.