La Semana de la Ciencia de Andalucía cumple esta edición 18 años en Andalucía y lo hace convertida en uno de los mayores eventos de comunicación social de la ciencia y la tecnología que se celebran de forma simultánea en Europa. Esta cita con los laboratorios andaluces, los centros de investigación y la sociedad alcanza la mayoría de edad con un crecimiento exponencial en número de actividades y de participantes y el regalo de haberse consolidado en el calendario como una cita ineludible.
La iniciativa, organizada en Andalucía por la Consejería de Conocimiento, Investigación y Universidad y coordinada por la Fundación Descubre, arrancó este lunes y ofrece durante dos semanas casi 500 actividades por las ocho provincias para acercar la ciencia con firma andaluza a la sociedad, mostrar y demostrar los avances de los centros de investigación de la región y cosechar vocaciones científicas.
Estos 18 años de trayectoria han servido para incrementar el número de científicos y divulgadores participantes, de centros organizadores, de propuestas e instituciones implicadas, pero también para dejar pequeñitos los datos de aquella edición de 2000 en la que una veintena de instituciones y centros programaron unas setenta actividades.
La investigadora de Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS) Patricia Siljestrom se convirtió en 2011 en uno de los motores de este evento de divulgación científica como organizadora y responsable de localizar centros de enseñanza, investigadores dispuestos a abrir sus laboratorios o juegos para adecuar en ciencia a chavales.
“Lo recuerdo, en general, como una experiencia muy buena. El primer año solo vinieron cinco centros de enseñanza y todo fue relativamente tranquilo. También recuerdo que hubo que discutir bastante con algunos investigadores que lo veían como una molestia y una pérdida de tiempo, y que me prohibieron meter a estudiantes en sus laboratorios, mientras que otros se volcaban en ayudarme”, explica la investigadora.
Desde aquellos inicios dubitativos hasta ahora, la Semana de la Ciencia ha ganado cómplices que han permitido multiplicar de manera exponencial el número de propuestas y de colaboradores para demostrar todo el talento de los laboratorios andaluces.
“Con el tiempo he descubierto que hay investigadores y técnicos con vocación divulgativa que lo hacen realmente bien, y que es inútil pedirle colaboración a aquellos que lo hacen con desgana”, resume Siljestrom, que califica este evento de fundamental para abrir las puertas de centros investigadores a la sociedad y reivindicar un mayor conocimiento de lo que se hace desde Andalucía.
Las actividades que desde hace 18 años han dado vida a la Semana de la Ciencia permiten acercar a la sociedad, especialmente a niños y adolescentes, áreas de conocimiento menos conocidas y reconocidas, pero también “desmitificar ciertos conceptos” como los transgénicos o los clones, a golpe de realidad y actualidad, como explica la investigadora del IRNAS.
“Antes había que convencer a algunos investigadores muy preocupados con su pérdida de tiempo por participar en la Semana de la Ciencia. Ahora, en cambio, muchos becarios y contratados quieren participar y la mayoría son realmente buenos divulgadores, sobre todo explicando una línea de investigación compleja en un lenguaje que los estudiantes puedan comprender”, subraya esta investigadora.
Ese talento, el que se ha logrado también a la hora de divulgar y acercar la ciencia, de romper la barrera invisible entre el científico en bata con ‘cachivaches’ y un estudiante, se exhibe de nuevo desde el pasado lunes en las ocho provincias andaluzas. La Semana de la Ciencia celebra con cerca de medio millar de propuestas sus 18 años, 18 velas que han sido el foco del día a día de los investigadores.
“Para mí fue un momento mágico el ver la cara de ilusión de alumnos de diferentes edades que estaban ‘deslumbrados’ de estar en la Universidad oyendo la investigación que hacemos”. Así recuerda los inicios de la Semana de la Ciencia el catedrático, investigador y profesor del departamento de Zoología de la Universidad de Granada Javier Alba-Tercedor, defensor de la divulgación científica como un paso fundamental para que la sociedad valore a los investigadores, y comprenda lo que hacen.
Alba-Tercedor cree que publicar en revistas científicas de impacto los resultados obtenidos resulta tan importante como la labor de divulgación a la sociedad y defiende este tipo de iniciativas porque es precisamente esa sociedad “la que nos sustenta”.
“La curiosidad es innata en el ser humano, y especialmente en la juventud. No existe ciencia compleja, sino malos comunicadores que no saben hacerla comprensible, sencilla y atractiva a los no iniciados”. Estas conclusiones del investigador reflejan también la esencia de la Semana de la Ciencia, el mayor evento de divulgación científica que busca cada año batir nuevos récords.
Una de las fortalezas de la Semana de la Ciencia de Andalucía reside en unos cimientos sólidos, los que representan protagonistas como el director del CEIP Nuestra Señora de Loreto de Dos Torres (Córdoba), Manuel Sánchez Jurado. Su primera vez en divulgando ciencia la superó tras vencer la incertidumbre con un resultado “muy satisfactorio” gracias a la colaboración de los padres y madres del centro.
“Creo que un evento así ahora es más necesario porque supone para nosotros una mejora que está incluida en nuestro plan de centro y es un apoyo para el desarrollo de las competencias recogidas en la programaciones”, explica el director de este centro, un docente convencido de que sus alumnos tienen ahora más curiosidad por lo científico y recuerdan a ponentes, trabajo o investigaciones.
“Creo que ha mejorado la divulgación científica, sobre todo porque se echaba de menos que hubiera eventos abiertos al público como Café con Ciencia y cualquier alternativa de la Semana de la Ciencia”, apunta Sánchez Jurado, que cree que la clave de la mayoría de edad alcanzada reside en que la Fundación Descubre acerca en esta quincena el mundo científico y el educativo, “y lo hace con éxito”.
María Cinta Aguaded, por su parte, es profesora de Educación en la Universidad de Huelva y recuerda que las primeras ediciones de esta reforzada Semana de la Ciencia tenían “menos impacto”, aglutinaban a menos docentes y la mayoría eran de ciencia porque “los de letras se sentían más afines” con otro tipo de actividades.
“El alumnado tiene muchísima curiosidad por la tecnología, de hecho lo consideran como algo inherente a su mundo y a su vida cotidiana, por lo tanto se motivan con estas actividades que se realizan en la Semana de la Ciencia, que los reúne con investigadores que les cuentan cómo realizan sus investigaciones”, destaca la docente.
Aguaded recalca que la clave del evento de reside precisamente en que otorga importancia a la ciencia y a la investigación, y motiva así a los docentes, que apuestan por acercar a la sociedad su día a día e introducirlos para mostrar los avances científicos.